El porqué de un mural

25.10.2014 17:49

El porqué de un mural

 

“La memoria es la base de la personalidad individual,

así como la tradición es la personalidad de un pueblo”[1]

Miguel de Unamuno

 

Por Jonathan Orozco

 

Imagínense por un momento que de repente despiertan, se levantan, miran a su alrededor y están en medio de una habitación que no reconocen. Se miran todo el cuerpo: las manos, los pies, el abdomen, todo está perfecto, no están heridos ni les falta nada. Sin embargo, se dan cuenta que no se reconocen, no logran recordar cómo se llaman, dónde viven, qué edad tienen, simplemente no saben quiénes son.

Pero si tienen sus manos, sus pies, sus dedos, su cabeza: ¿por qué decir que no saben quiénes son? La respuesta es sencilla y fascinante: porque nosotros, los seres humanos, no somos solamente corporalidad. En realidad, lo que nos hace ser quienes somos, y no otros, está más allá de nuestra materialidad y se compone de cosas como la familia a la que pertenecemos, la música que nos gusta, los momentos que hemos vivido, las personas que queremos, las palabras que hemos dicho, el deporte que nos gusta practicar y, por supuesto, el lugar al que pertenecemos, ya sea porque allí nacimos, nos criamos o simplemente lo escogimos como nuestro hogar. Estas cosas, que vivimos, somos o fuimos, sentimos o hacemos, son las que definen nuestra identidad.

Para quienes nacimos, o crecimos o vivimos en la Cuchilla del Salado, esa realidad hace parte de nosotros y nos define en lo que somos. Esta vereda hace parte de nuestras vidas y nosotros, todos, constituimos ese sujeto colectivo que llamamos “comunidad de la Cuchilla del Salado”. Si pudiéramos expresar o recordar esa realidad, estaríamos contribuyendo a preservar y dignificar nuestra identidad.

Podemos expresar las ideas y emociones a través de canciones, poemas, historias o, también, a través de un mural, un mural que represente nuestra vereda y, a la postre, a nosotros mismos. Que miremos allí el café, la iglesia o el cementerio, o una casita típica, los soldados de Semana Santa, y de inmediato sepamos: esa es mi Cuchilla de Salado.

¿Por qué entonces un mural? Por nuestras tradiciones, nuestra historia común; por los que se fueron y los que faltan por llegar; por el olor a humo de leña, a café o a aguapanela; por nuestra cultura católica, por nuestra parroquia; por nuestras fiestas del campesino, de Semana Santa y de El Reencuentro; por las flores que adornan los corredores, por nuestras montañas; por Banano, Filemón y el padre Tamayito, por nosotros mismos. Por eso el mural.

 



[1] De Unamuno, Miguel. (1984). Del sentimiento trágico de la vida. Sarpe.