Paisaje Cultural Cafetero

Características

 

El café transformó por completo la cultura campesina antioqueña y por supuesto de Manizales y de la Cuchilla del Salado. Al convertirse en la principal actividad económica y de subsistencia, las costumbres, el imaginario y el entorno se reconstruyeron alrededor de él, creando una verdadera cultura del café. Las tierras de la colonización antioqueña son las tierras montañosas de la Cordillera de los Andes; picos, morros y cuchillas dominan el paisaje montañero que en la lontananza se rompe en un prisma de verdes azuláceos, desde donde puede contemplarse el mosaico cafetero de minifundios que asimismo se mezclan con el cultivo del plátano, del banano, del guineo, de la yuca y de los arboles sombríos. Los primeros alimentos subsidian la renta del campesino mientras el cafeto crece o el grano verde apenas empieza a tornar de color, mientras que los arboles de sombra protegen el café de los inclementes rayos de sol, además de prestarse para abastecer de fruta siempre fresca a la mesa campesina.

Un recorrido a través de estos paisajes nos llevaría a caminar entre matas de plátano y hacer crujir en el suelo la guasca que se desprende de sus tallos; caminar por acanalados surcos y caminos teniendo que apartar con las manos el ramillete de café con el grano verde, amarillo y rojo, adornado, de cuando en cuando, con pequeñas flores níveas; llegar luego hasta aquellos tupidos guaduales que se mecen al viento majestuosos como una fiesta de gigantes celebrando la bendición de un aire limpio y sano, como guardianes vestidos del verde naturaleza protegiendo quebradas de agua cristalina y fresca, cuidado, claro, de no ser arañados por las espinas que crecen en sus ramas, o resultar picados por la pelusa de sus hojas. Cuántas aventuras guardan generaciones pasadas trepando a los árboles sombríos de mangos, naranjas, limones, cañafístulas, chachafrutos y a los inolvidables guamos, que extendían como un regalo sus vainas de seis y siete pepas recubiertas de dulce pulpa blanca.

No es raro ver estos paisajes en escarpadas lomas que alcanzan hasta los 40 y 45° de inclinación. Tanto los hombres como las chapoleras (mujeres recolectoras), adquieren la experticia para moverse como cabras de monte entre risco y risco, entre mata y mata, entre surco y surco, desafiando la gravedad sin el menor atisbo de dificultad mientras desgranan el ramillete de granos maduros y rechonchos. Estas laderas solo se dejan acariciar por la mano humilde y laboriosa del campesino y solo se dejan hollar por el pie calludo que diario recorre sus caminos y sus surcos. No se ha inventado máquina alguna que pueda salirle al paso a semejantes condiciones naturales, a las lomas y terrenos pantanosos que se forman en las épocas de cosecha que justamente coinciden con las temporadas de fuertes lluvias. Por eso el café es puro arte, porque desde que el grano es sembrado hasta que se sirve espumosa la taza en la mesa, más del noventa por ciento del proceso ha sido pura manualidad.

La Cuchilla del Salado es una cresta de montaña de las tantas que componen la cordillera de los Andes, un filo que se extiende a lado y lado en vertiginosas laderas a orillas del rio Guacaica, en las que, no obstante, se pueden notar cada tanto pequeñas casas cafeteras, aisladas en medio de ese inconmensurable mar de café y de selva.

Cuando la economía familiar empezó a basarse en el café, la disposición de la finca y de la vivienda familiar también se transformó y se adaptó a esta nueva realidad. Como la mayoría de las casas cafeteras son así mismo el centro económico de la familia, cerca de ellas se construyó el “beneficiadero” o “peladora” que usualmente tenía dos pisos, uno por donde se introducía el café y el otro donde salía el grano desnudo y viscoso después de ser despulpado. Al lado de la “peladora” se construyó el “solar” o la marquesina con plástico transparente o con cubierta corrediza de techo de zinc, donde se secaba naturalmente aprovechando la luz solar hasta quedar en pergamino. Cerca de la casa también se acondicionó un lugar para la pesebrera del caballo o de la mula, equino que tenía el prodigio de sacar los pesados bultos de café desde las ollas más profundas de las montañas.

 

Declaratoria

Este paisaje descrito de la Cuchilla del Salado puede contemplarse asimismo con gran homogeneidad en la mayoría de los pueblos y veredas pobladas por los colonos antioqueños que posteriormente convirtieron en las tierras del café. Estas características comunes no solo se contemplan desde el punto de vista paisajístico sino desde las tradiciones culturales, la riqueza natural y las formas de desarrollo económico.

 

Es por ello que las costumbres, la arquitectura, la comida, los cuentos de los abuelos, la vestimenta y hasta la jerga de la vereda es tan similar a la que puede encontrarse en otros pueblos de Caldas como Aguadas, Salamina, Pácora, Aranzazu, Neira y Chinchiná; o de Risaralda como Santa Rosa de Cabal, Quinchía y Marsella; o del Quindío como Finlandia, Caralarcá, Circacia, Montenegro, Quimbaya y Salento; o del Valle del Cauca como El Águila, Ansermanuevo, Versalles, Riofrío y Trujillo.

 

Todo este conjunto geográfico, cultural y económico se definió como el Paisaje Cultural Cafetero de Colombia que el país consideró necesario mostrarlo ante el mundo y solicitar su inscripción como patrimonio mundial en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO.

 

Para llevar a cabo la anterior tarea se conformó un grupo de expertos que identificó una zona principal y otra de amortiguamiento del Paisaje Cultural Cafetero (que sirve de margen protector de esos lugares que poseen la esencia del Paisaje). Para identificar esa zona principal se estableció previamente un conjunto de catorce características que luego fueron examinadas en las veredas previamente seleccionadas. Cada uno de estos lugares arrojó una mayor o menor presencia de estas características y finalmente se tomaron los que más representación tuvieron. Las catorce características fueron:

 

  • Café de montaña
  • Predominio de café (porcentaje de la vereda sembrado de café)
  • Cultivo en ladera (grados de las pendientes)
  • Edad de la caficultura
  • Patrimonio natural
  • Disponibilidad hídrica
  • Institucionalidad cafetera y redes afines
  • Patrimonio arquitectónico
  • Patrimonio arqueológico
  • Poblamiento concentrado y estructura de la propiedad fragmentada
  • Influencia de la modernización
  • Patrimonio urbanístico
  • Tradición histórica en la producción de café
  • Minifundio cafetero como sistema de propiedad de la tierra
  • Cultivos múltiples
  • Tecnologías y formas de producción sostenibles en la cadena productiva del café[1]

La Cuchilla del Salado arrojó una alta representatividad de estas características por lo que fue incluida, junto a otras 410 veredas, en la zona principal del Paisaje Cultural Cafetero.

 

Sin embargo, no solo los anteriores criterios fueron predominantes para definir el área principal del Paisaje Cultural Cafetero, también lo fueron cuatro valores fundamentales: i) esfuerzo humano familiar, generacional e histórico para la producción de un café de excelente calidad; ii) cultura cafetera para el mundo; iii) capital social estratégico construido alrededor de una institucionalidad y iv) relación entre tradición y tecnología para garantizar la calidad y sostenibilidad del producto.

 

Una vez llevada la propuesta ante la UNESCO, ésta debió examinarla a la luz de las Directrices Prácticas para la Aplicación de la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de 1972, las cuales contienen unos criterios con los cuales se valora si una proposición tiene o no los requisitos para entrar a formar parte del Patrimonio Mundial. Valorado Paisaje Cultural Cafetero se encontró que este encuadraba en dos criterios, el v y el vi, así:

 

“(v) ser un ejemplo destacado de formas tradicionales de asentamiento humano o de utilización de la tierra o del mar, representativas de una cultura (o de varias culturas), o de interacción del hombre con el medio, sobre todo cuando este se ha vuelto vulnerable debido al impacto provocado por cambios irreversibles.

 

(vi) estar directa o materialmente asociado con acontecimientos o tradiciones vivas, ideas, creencias u obras artísticas y literarias que tengan una importancia universal excepcional”.

 

 

Foto: Red Caldense de Pensamiento Social. (2014)

 

Según la misma del Comité de Patrimonio Mundial, el Paisaje Cultural Cafetero cumple con estos dos criterios, así:

 

“Criterio (v): El Paisaje Cultural Cafetero de Colombia es un ejemplo destacado de un paisaje cultural centenario, sustentable y productivo, en el cual, el esfuerzo colectivo de varias generaciones de familias campesinas forjó excepcionales instituciones sociales, culturales y productivas, generando, al mismo tiempo, prácticas innovadoras en el manejo de los recursos naturales bajo un paisaje de condiciones extraordinariamente difíciles. La finca cafetera típica en el PCC se encuentra ubicada en un arduo paisaje de empinadas montañas en donde se articula la forma y diseño del paisaje cafetero, su tipología arquitectónica y el estilo de vida de sus comunidades. Ellos lograron crear una identidad cultural sin paralelo en donde el aspecto institucional relacionado con el PCC no tiene igual en ningún otro sitio cafetero en el mundo.

 

Criterio (vi): La centenaria tradición cafetera es el símbolo más representativo de la cultura nacional en Colombia, por la cual el país ha obtenido reconocimiento en el ámbito mundial. La cultura cafetera ha llevado a ricas manifestaciones tangibles e intangibles en el territorio, con un legado único, que incluye, entre otros aspectos, la música, la gastronomía, la arquitectura y la cultura, legados que han pasado de generación en generación. La tipología arquitectónica única de las fincas cafeteras y la mayor parte de los edificios en las áreas urbanas, evolucionó a través del uso de los materiales locales disponibles, en particular la especie nativa única conocida como la guadua angustifolia. El PCC representa una armoniosa integración del proceso productivo, de la organización social y de la tipología de la vivienda, únicos en el mundo y necesarios para el desarrollo de la cultura del café en un área rural tan difícil”.

 

Así mismo, el Paisaje Cultural Cafetero reúne las condiciones de autenticidad e integridad, de acuerdo con la decisión del Comité de Patrimonio Mundial, así:

 

“Integridad: Los elementos propios de adaptación social a un único uso de la tierra y el desarrollo de tradiciones culturales y sociales altamente específicas desarrolladas alrededor de la producción del café, demuestran el Valor Universal Excepcional del sitio. La cohesión de estas características y su resistencia al cambio, a pesar de sufrir el impacto de las crisis temporales del precio del café, demuestran su alto nivel de integridad. Los valores sociales colectivos que constituyen la singularidad del PCC, promueven un desarrollo humano activo y sostenible en el paisaje cultural.

 

Autenticidad: El Paisaje Cultural Cafetero de Colombia es un auténtico reflejo de un proceso centenario de la adaptación del hombre a las condiciones geológicas, hidrológicas, climáticas y naturales de esta zona, conocida en el ámbito nacional e internacional como el “Eje Cafetero”. El PCC muestra un extraordinario grado de autenticidad, sin adiciones contemporáneas incongruentes a su patrón arquitectónico tradicional y sin modificaciones sustanciales a los pequeños pueblos, ubicados tanto en el área principal como en el área de amortiguación del sitio. Aspectos tales como tradiciones, idioma y otras formas de herencia intangible, se han preservado, en su mayoría, debido a los propietarios y a la comunidad quienes poseen un alto sentido de apropiación social de su herencia cultural”.[2]

 

En palabras sencillas, significa que el grano de café suave que se desgrana en las laderas de la Cuchilla del Salado; que la quebrada La Calera, el Guineo y el río Guacaica; que los frijoles y el sancocho con el que nos levantaron; que los pasillos y los bambucos que suenan todavía en las radios; que la casa de doña Elena, de don Duvier, de don Fernando Buitrago, hechas de tapia y bahareque; que los caminos en zigzag de Las Zetas y de la finca La Popa; y hasta las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen del Carmen; todo esto resultó ser una joya de la humanidad, digna de ser inscrita en su Lista de Patrimonio y de ser protegida para que no desaparezca.

 

Foto: Angelo Fausto Herrera. (2001)

 

 



[1] Ministerio de Cultura. (2011). Paisaje Cultural Cafetero, un paisaje cultural productivo en permanente desarrollo. Pág. 47 y 48.
[2] Ministerio de Cultura de Colombia. (2011). RESOLUCION 2079 DE 2011”Por la cual se reconoce al Paisaje Cultural Cafetero de Colombia como Patrimonio Cultural de la Nación”.


Referencias

 

-            Ministerio de Cultura. (2011). Paisaje Cultural Cafetero, un paisaje cultural productivo en permanente desarrollo. Disponible en: https://www.almamater.edu.co/sitio/Archivos/Documentos/Documentos/00000500.pdf (Enero, 2014)

 

-            Ministerio de Cultura. (Sin año). Paisaje Cultural Cafetero. Excepcional fusión entre naturaleza, cultura y trabajo colectivo.